Todavía no estoy drogado (todavía)

Hoy recordé que tengo un blog, que debo escribir algo cada tanto, que debe ser algo original. Además recordé que vivo en una sociedad civilizada y que debo usar pantalones cada tanto. Winamp, Dylan y At the Drive In, para inspirarme.
El ánimo antisistémico me lleva a dirigirme hacia los profesores. ¿Cuántas veces imaginamos que una mira laser giraba roja al rededor de su frente?¿No has tenido, Tú, apacible lector que por las noches sueña con montañas y valles, la fugaz imagen de el pizarrón empantanado de sangre académica?
Son quizás estos psicóticos pensamientos la única forma de bajarlos del pedestal al cual solos se subieron.
Muchas veces me ha pasado de pensar, preguntarme y preguntar cómo será la vida de algunos enclaustrados en el mundo exterior. Si sus hijos les dirán papá o mamá o si estos también los tratarán de usted. Si su vida es tan opaca como para amargar la existencia ajena.
Irónico es cuando descubrimos que todas nuestras preguntas son afirmativas. Aquel profesor de pelo engominado y trato distante lava el auto todos los días, se come trabas y su hijo usa gomina también.
Que esa profesora obesa que parece suma kilaje a medida que más eses se come, que dilapida sentencias pseudopsicoanalíticas y las remata con un 'vite' o 'vistes' en el mejor de los casos o 'es que e' así'. Que transpira su bigote, que usa siempre la misma ropa y que le pega al marido.
Pará, bajemos un cambio, pongamos a Dylan.
Pensar que este iba a ser un post sobre los abusos a las vacas en las granjas. Pobre animal, lo ponemos en un palo, nos sentamos en un banquito, vemos como mueve la cola, como se relame con su lengua y tocamos sus pechos. Que mierda el mundo.